miércoles, 20 de abril de 2022

08A. LA PREPARACIÓN NECESARIA. (EL MAESTRO SUBALTERNO) LA EDUCACIÓN/EGW.

"Como me envió el Padre así también yo os envío". Juan 20:21.  

A.- LA PREPARACIÓN NECESARIA. 

"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado". 2Tim. 2:15.

EL PRIMER MAESTRO del niño es la madre. En las manos de ésta se concentra en gran parte su educación durante el período de mayor sensibilidad y más rápido desarrollo.

A ELLA se da en primer lugar la oportunidad de amoldar su carácter para bien o para mal. ELLA debería apreciar el valor de esa oportunidad y, más que cualquier otro maestro, debería estar preparada para usarla de la mejor manera posible.

SIN EMBARGO, no hay otro ser a cuya educación se preste tan poca atención. La persona cuya influencia en materia de educación es más poderosa y abarcante, es la que recibe menos preparación sistemática.

AQUELLOS a quienes se confía el cuidado del niñito desconocen a menudo sus necesidades físicas; poco saben de las leyes de la salud o de los principios relativos al desarrollo.

TAMPOCO están mejor preparados para atender su desenvolvimiento mental y espiritual. Pueden poseer cualidades que les permitan actuar bien en los negocios o brillar en sociedad; pueden haber hecho progresos en la literatura y la ciencia; pero saben poco de la educación de un niño.

Se debe principalmente a esta falla, en especial al descuido en los comienzos del desarrollo físico, el hecho de que una gran proporción de los miembros de la especie humana muera en la infancia, y de que entre los que llegan a la madurez haya tantos para quienes la vida es una carga. 276

SOBRE LOS PADRES Y LAS MADRES descansa la responsabilidad de la primera educación del niño, como asimismo de la ulterior, y por eso ambos padres necesitan urgentemente una preparación cuidadosa y cabal.

ANTES de aceptar las responsabilidades de la paternidad y la maternidad, los hombres y las mujeres deberían familiarizarse con las leyes del desarrollo físico: con la fisiología y la higiene, con la importancia de las influencias prenatales, con las leyes que rigen la herencia, la salud, el vestido, el ejercicio y el tratamiento de las enfermedades; deberían comprender también las leyes del desarrollo mental y de la educación moral.

EL SER INFINITO consideró tan importante la obra de la educación, que desde su trono envió mensajeros para que respondieran la pregunta de una futura madre: "¿Cómo debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?"*Juec. 13:12, e instruir a un padre en cuanto a la educación de un hijo prometido.

LA EDUCACIÓN nunca logrará lo que podría y debería llevar a cabo, hasta que se reconozca plenamente la obra de los padres y éstos reciban una preparación que los capacite para desempeñar sus sagradas responsabilidades.

SE ADMITE UNIVERSALMENTE la necesidad de la educación preparatoria del maestro; pero pocos reconocen el carácter de la preparación más esencial.

El que aprecia la responsabilidad implícita en la educación de la juventud, se dará cuenta de que no es suficiente la instrucción literaria y científica.

EL MAESTRO debería tener una educación más amplia que la que se obtiene por medio del estudio de los libros. DEBERÍA poseer no sólo fuerza, sino amplitud de mente; no sólo debería ser íntegro de alma, sino de gran corazón.

SÓLO EL QUE CREÓ LA MENTE y formuló sus leyes puede comprender perfectamente sus necesidades o 277 dirigir su desarrollo. Los principios de la educación que él ha dado constituyen la única guía segura. Una cualidad esencial para todo maestro es el conocimiento de estos principios y que los haya aceptado de tal manera que sean un poder dominante en su propia vida.

LA EXPERIENCIA en la vida práctica es indispensable. El orden, la prolijidad, la puntualidad, el dominio propio, el genio alegre, la invariabilidad de disposición, la abnegación, la integridad y la cortesía, son cualidades esenciales.

POR LO MISMO que hay tanta bajeza, y tanta impostura rodea a los jóvenes, hay una gran necesidad de que las palabras, el comportamiento y la conducta del maestro representen lo elevado y lo verdadero. Los niños son perspicaces para descubrir la afectación o cualquier otra debilidad o defecto.

NO HAY PARA EL MAESTRO otro modo de conquistar el respeto de sus alumnos que el de revelar en su propio carácter los principios que trata de enseñarles. 

ÚNICAMENTE al hacerlo, mientras se relaciona diariamente con ellos, puede ejercer una influencia benéfica y permanente sobre ellos.

EN CUANTO a casi todas las demás cualidades que contribuyen a su buen éxito, el maestro depende en extenso grado del vigor físico. Mientras más buena sea su salud, mejor será su trabajo.

TAN CANSADORAS son sus responsabilidades, que se requiere de su parte un esfuerzo especial para conservar el vigor y la lozanía. A menudo se siente descorazonado y mentalmente fatigado, con una tendencia casi irresistible a la depresión, la indiferencia y la irritabilidad.

NO SÓLO tiene el deber de resistir esos estados de ánimo, sino de evitar su causa. Necesita conservar el corazón puro, afable, confiado y lleno de simpatía. A fin de estar siempre tranquilo, firme y animado, debe conservar la fuerza mental y nerviosa. 278

PUESTO que en su tarea la calidad es tanto más importante que la cantidad, debería evitar el exceso de trabajo, el tratar de hacer demasiadas cosas, el aceptar otras responsabilidades que lo incapacitan para su obra, y el dedicarse a entretenimientos y actividades sociales más agotadoras que restauradoras.

EL EJERCICIO AL AIRE LIBRE, especialmente el que se hace al realizar un trabajo útil, es uno de los mejores medios de recreación para el cuerpo y la mente, y el ejemplo del maestro inspirará en sus alumnos interés y respeto por el trabajo manual.

*UNA VIDA DE CONTINUO DESARROLLO. En toda actividad el maestro debería practicar escrupulosamente los principios relativos a la salud. No sólo debería hacerlo a causa de la relación que esto tiene con su propia utilidad, sino también a causa de su influencia sobre los alumnos.

Debería ser sobrio en todas las cosas: Un ejemplo en el régimen alimentarlo, el vestido, el trabajo y la recreación.

Con la salud física y la rectitud de carácter deberían combinarse amplios conocimientos intelectuales. Cuanto más conocimiento verdadero posea el maestro, mejor hará su trabajo.

El aula no es lugar para hacer una obra superficial. Ningún maestro que se satisfaga con un conocimiento superficial alcanzará un grado elevado de eficiencia.

Pero la utilidad del maestro no depende tanto de su caudal de conocimientos como del nivel que se propone alcanzar.

El verdadero maestro no se contenta con pensamientos indefinidos, una mente indolente o una memoria inactiva. Trata constantemente de progresar más y aplicar mejores métodos. Su vida es de continuo desarrollo.

En la obra de semejante maestro hay una frescura y un poder vivificante que despierta e inspira a los alumnos.

EL MAESTRO debe ser apto para su trabajo. Debe tener la sabiduría y el tacto necesarios para manejar 279 las mentes. Por grande que sea su conocimiento científico, por excelentes que sean sus cualidades en otros ramos, si no logra conquistar el respeto y la confianza de sus alumnos, sus esfuerzos serán vanos.

SE NECESITAN MAESTROS PERSPICACES para descubrir y aprovechar toda oportunidad de hacer bien; maestros que al entusiasmo unan la verdadera dignidad; que sean capaces de dominar y "aptos para enseñar"; que inspiren pensamientos, despierten energía e impartan valor y vida.

LAS OPORTUNIDADES DE UN MAESTRO pueden haber sido limitadas, de modo que no haya logrado acumular, tantos conocimientos como sería de desear; sin embargo, si sabe incursionar en las intimidades de la naturaleza humana; si siente amor sincero por su trabajo, si aprecia su magnitud y está decidido a mejorar, si está dispuesto a trabajar afanosa y perseverantemente, comprenderá las necesidades de los alumnos y, mediante su espíritu comprensivo y progresista, despertará en ellos el deseo de seguirlo mientras trata de guiarlos por el camino ascendente.

LOS NIÑOS Y JÓVENES que el maestro tiene a su cargo difieren grandemente unos de otros en carácter, hábitos y educación.

ALGUNOS no tienen propósito definido ni principios establecidos. Necesitan que se los despierte para que comprendan sus responsabilidades y posibilidades.

POCOS SON LOS NIÑOS que han sido debidamente educados en el hogar.

ALGUNOS HAN SIDO LOS MIMADOS DE LA CASA. Toda su educación ha sido superficial. Por habérseles permitido seguir su inclinación y evitar las responsabilidades y los quehaceres, carecen de estabilidad, perseverancia y abnegación.

CONSIDERAN a menudo toda disciplina como una restricción innecesaria.

OTROS han sido censurados y desanimados. La restricción arbitraria y la rudeza han desarrollado en ellos la obstinación y la rebeldía.

SI ESTOS CARACTERES DEFORMADOS han de ser remodelados, el maestro debe hacer 280 esa obra en la mayoría de los casos.

A FIN de poder hacerlo con éxito, necesita poseer la simpatía y la perspicacia que lo habiliten para descubrir la causa de las faltas y los errores que se manifiestan en sus alumnos.

TAMBIÉN DEBE POSEER EL TACTO, la habilidad, la paciencia y la firmeza que le permitan prestar a cada uno la ayuda necesaria; a los vacilantes y amantes de la comodidad, el ánimo y el auxilio que sean un estímulo para su esfuerzo; a los desalentados, la simpatía y el aprecio que creen confianza y estimulen el esfuerzo.

*CARACTERÍSTICAS DEL MAESTRO. Con frecuencia los maestros no tienen bastante trato social con los alumnos. Manifiestan muy poca simpatía y ternura, y en cambio les sobra la dignidad que caracteriza al juez severo.

AUNQUE EL MAESTRO debe ser firme y decidido, no debería ser exigente ni despótico. Ser rudo y censurador, mantenerse por encima de los alumnos y tratarlos indiferentemente, equivale a cerrar los caminos por medio de los cuales podría influir sobre ellos para bien.

EN NINGUNA CIRCUNSTANCIA debería manifestar parcialidad el maestro. Favorecer al alumno simpático y atrayente, y asumir una actitud de crítica, impaciencia y severidad hacia los que más necesitan estímulo y ayuda, indica que se tiene un concepto totalmente erróneo de la obra del maestro.

El carácter se prueba en el trato con los deficientes e insoportables; y en eso se conoce si el maestro es realmente apto o no para desempeñar su puesto.

GRANDE ES LA RESPONSABILIDAD de los que se encargan de guiar un alma humana. Los padres sinceros lo consideran como un cargo del cual nunca se librarán totalmente.

EN LA VIDA DEL NIÑO, desde el primer día hasta el último, se manifiesta el poder de ese lazo que lo liga al corazón de los padres; las acciones, las palabras, hasta la mirada de ellos forman al niño para bien o para mal. 281

EL MAESTRO COMPARTE ESA RESPONSABILIDAD y necesita percatarse constantemente de la santidad de ella y mantener en vista el propósito de su trabajo.

NO SÓLO ha de desempeñar las tareas diarias para agradar a quienes patrocinan la escuela y mantener la reputación de ésta; debe considerar el mayor bien de sus alumnos como individuos, los deberes que la vida les va a imponer, el servicio que les requerirá y la preparación que les demandará.

LA OBRA QUE HACE DÍA TRAS DÍA ejercerá sobre sus alumnos -y por medio de éstos sobre otros-, una influencia que no cesará de extenderse y fortalecerse hasta el fin del tiempo. EN AQUEL GRAN DÍA cuando se revisen ante Dios todas las palabras y todos los hechos, recibirá los frutos de su trabajo.

EL MAESTRO que comprenda esto no considerará completa su obra cuando haya terminado la rutina diaria de las clases y los alumnos no estén por un tiempo bajo su cuidado directo. Los llevará en su corazón. El objeto constante de su estudio y su esfuerzo será la forma de asegurar para ellos la norma más elevada que puedan alcanzar.

*PROMESAS MARAVILLOSAS. El que ve las oportunidades y los privilegios de su trabajo no permitirá que nada se interponga en el camino del esfuerzo ferviente por mejorar. No escatimará sacrificios para alcanzar el dechado más elevado de excelencia. Se esforzará por ser todo lo que desea que lleguen a ser sus alumnos.

CUANTO más profundo sea el sentido de responsabilidad y más ferviente el esfuerzo del maestro por perfeccionarse, más claramente percibirá y más hondamente lamentará los defectos que le impiden ser más útil. 

Al contemplar la magnitud de su obra, sus dificultades y posibilidades, con frecuencia su corazón exclamará: "¿Quién es suficiente para estas cosas?" 282

AMADOS MAESTROS, cuando consideréis vuestra necesidad de fuerza y dirección, necesidad que ninguna fuente humana puede suplir, os ruego que penséis en las promesas de Aquel que es un maravilloso Consejero.

"He aquí -dice- he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie podrá cerrar". "Clama a mí, y yo te responderé". "Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos". Apoc. 3:8; Jer. 33:3; Sal. 32:8. "He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Mt. 28:20.

COMO LA PREPARACIÓN MÁS ELEVADA para vuestro trabajo os aconsejo las palabras, la vida y los métodos del Príncipe de los maestros. Os ruego que lo consideréis.

 Él es vuestro verdadero ideal. Contempladlo, meditad en él, hasta que el Espíritu del Maestro divino tome posesión de vuestro corazón y vuestra vida.

"Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen". *2 Cor. 3:18. 

Este es el secreto de la influencia que podéis ejercer sobre vuestros alumnos. Reflejad a Cristo. 283

(La Educación de Elena G de White) 


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