B.- LA
COOPERACIÓN.
"Somos miembros
los unos de los otros". Rom. 12:5.
EN LA FORMACIÓN DEL CARÁCTER, ninguna influencia cuenta tanto como la del hogar. La obra del maestro debería complementar la de los padres, pero no ocupar su lugar.
En todo lo que se refiere al
bienestar del niño, los padres y maestros deberían esforzarse por cooperar.
LA
COOPERACIÓN
debería empezar con los padres en el hogar. Comparten la responsabilidad de la
educación de los niños y deberían esforzarse constantemente por actuar juntos. Entréguense
a Dios y pídanle ayuda, para sostenerse mutuamente. ENSEÑEN a sus hijos a ser fieles al Señor, a los principios, a sí
mismos y a todos aquellos con quienes se relacionan. Con semejante educación, los
niños, una vez enviados a la escuela, no serán causa de disturbios o ansiedad.
Serán un sostén para sus maestros y un ejemplo y estímulo para sus
condiscípulos.
No es probable que los
padres que imparten esta educación critiquen al maestro. Piensan que tanto el
interés de sus hijos como la justicia hacia la escuela exigen que, tanto como
sea posible, apoyen y honren a aquel que comparte su responsabilidad. 284
EN ESTO FALLAN MUCHOS PADRES. Con
su crítica precipitada y sin fundamento, a menudo destruyen completamente la
influencia del maestro fiel y abnegado.
NUMEROSOS
PADRES,
cuyos hijos han sido echados a perder por la complacencia, dejan al maestro la
desagradable tarea de reparar las consecuencias de su descuido y luego, con su
proceder, influyen para que su tarea sea casi desesperada. Su crítica y su
censura de la administración de la escuela fomentan la insubordinación en los
niños, y los apoyan en sus malos hábitos.
SI
LLEGAN a ser necesarias la crítica o algunas sugerencias en cuanto al trabajo
del maestro, deberían indicársela en privado. Si esto no da
resultado, preséntese el asunto a los responsables de la dirección de la
escuela. No se debería decir ni hacer nada que debilite el respeto de los niños
hacia aquel de quien depende en tan extenso grado su bienestar.
SERÁ DE GRAN AYUDA para el maestro que se le comunique el conocimiento íntimo que los padres tienen del carácter de los niños y de sus peculiaridades o debilidades físicas.
Es de lamentar que sean tantos los que no comprenden esto. La mayoría de los
padres se interesan poco en informarse de las cualidades del maestro o en
cooperar con él en su trabajo.
PUESTO que éstos se familiarizan rara vez con el maestro, es tanto más importante que éste trate de relacionarse con los padres. Debería visitar los hogares de los alumnos y enterarse del ambiente y las influencias en medio de los cuales viven.
Al relacionarse personalmente con sus hogares y vidas, puede
fortalecer los lazos que lo unen a sus alumnos y aprender la forma de tratar
más eficazmente con sus diferentes temperamentos e inclinaciones.
AL
INTERESARSE
en la educación del hogar, el maestro imparte un doble beneficio. MUCHOS PADRES, entregados 285 de lleno al trabajo y las ocupaciones, pierden de
vista sus oportunidades para influir benéficamente en la vida de sus hijos.
EL
MAESTRO puede
hacer mucho para despertar en los padres el sentimiento de sus posibilidades y
privilegios. Hallará otros para
quienes, por la ansiedad que tienen de que sus hijos sean hombres y mujeres
buenos y útiles, el sentimiento de su responsabilidad ha llegado a ser una
carga pesada.
CON
FRECUENCIA
el maestro puede ayudar a estos padres a llevar su carga y, al tratar juntos
los asuntos relacionados con sus hijos, tanto el maestro como los padres se
sentirán animados y fortalecidos.
EN LA EDUCACIÓN que reciben los jóvenes en el hogar, el principio de la cooperación es
valiosísimo. Desde los primeros años debería hacerse sentir a los niños que son
una parte de esa empresa que es la casa.
HASTA
A LOS PEQUEÑUELOS debería enseñárselas a compartir el trabajo diario y
hacerles sentir que su ayuda es necesaria y apreciada. Los mayores deberían ser
los ayudantes de sus padres, y participar en sus planes, responsabilidades y
preocupaciones.
DEDIQUEN
TIEMPO los padres a la enseñanza de sus hijos, háganles ver que
aprecian su ayuda, desean su confianza y se gozan en su compañía, y los niños
no serán tardos en responder. No sólo se
aliviará la carga de los padres y recibirán los niños una preparación
práctica de inestimable valor, sino que se fortalecerán los lazos del hogar y
se harán más profundos los propios cimientos del carácter.
LA COOPERACIÓN debería ser el espíritu del aula, la ley de su vida. El maestro que logra la cooperación de sus alumnos se asegura su valiosa ayuda para mantener el orden.
En el servicio prestado en el aula, más de un muchacho cuya inquietud conduce al desorden y la insubordinación, hallará salida para su exceso de energía.
Ayuden los mayores a
los menores, los fuertes a los débiles y, en cuanto sea 286 posible,
llámese a cada uno a hacer algo en lo cual sobresalga. Esto estimulará el respeto propio y el deseo de ser útil.
SERÍA de beneficio para los
jóvenes, lo mismo que para los padres y maestros, estudiar la lección de
cooperación que enseñan las Escrituras.
ENTRE
SUS MUCHAS ILUSTRACIONES, nótese la de la edificación del tabernáculo
-ilustración de la formación del carácter-, en la cual se unió todo el pueblo,
a "quien su corazón estimuló, y
todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad". Ex. 35:21.
LÉASE
cómo fue construido el muro de Jerusalén por los cautivos que
volvieron a la ciudad, en medio de la pobreza, las dificultades y el peligro,
llevándose a cabo con éxito la gran tarea, porque "él pueblo tuvo ánimo para trabajar". Neh. 4:6.
CONSIDÉRESE
la
parte que tuvieron los discípulos en el milagro que hizo el Salvador para
alimentar a la multitud. El alimento se multiplicó en las manos de Cristo, pero
los discípulos recibieron los panes y los repartieron entre la gente que
esperaba.
"Somos
miembros los unos de los otros". *Efes. 4:25. "Cada uno según el don
que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la
multiforme gracia de Dios". *1Pedro 4:10.
Bien podrían adoptar
como lema los constructores de carácter de nuestros días, las palabras escritas
acerca de los constructores de ídolos de antaño:
"Cada
cual ayudó a su vecino, y a su hermano dijo: Esfuérzate". *Isa. 41:6. 287
(La
Educación de Elena G de White)
No hay comentarios:
Publicar un comentario