"Amado, yo deseo que tú seas
prosperado en todas las cosas
y que tengas salud, así como prospera tu
alma". 3 Juan 1:2.
D.-
LA EDUCACIÓN MANUAL.
"Que
procuráis... trabajar con vuestras manos". 1 Tes. 4:11.
EN OCASIÓN DE LA CREACIÓN, el trabajo fue establecido como una bendición. Implicaba desarrollo, poder y felicidad.
El cambio producido en la condición de la
tierra, debido a la maldición del pecado, ha modificado también las condiciones
del trabajo, y aunque va acompañado ahora de ansiedad, cansancio y dolor, sigue
siendo una fuente de felicidad y desarrollo.
Es también una salvaguardia contra la tentación. Su disciplina pone freno a la complacencia, y
promueve la laboriosidad, la pureza y la firmeza. Forma parte, pues, del gran plan de Dios para
que nos repongamos de la caída.
Se debiera inducir a
los jóvenes a apreciar la verdadera dignidad del trabajo. Muéstreseles que Dios obra
constantemente. Todas las cosas de la
naturaleza cumplen la tarea que se les ha asignado. Se ve actividad en toda la creación y, para
cumplir nuestra misión, nosotros también debemos ser activos.
Al trabajar, debemos
ser colaboradores con Dios. Nos da la
tierra y sus tesoros, pero nosotros tenemos que adaptarlos a nuestro uso y
nuestra comodidad. Hace crecer los
árboles, pero nosotros preparamos la madera y construimos la casa. Ha escondido en la tierra la plata y el oro,
el hierro y el carbón, pero sólo podemos obtenerlos mediante el trabajo
perseverante.
Demuéstrese que,
aunque Dios ha creado todas las cosas y las dirige constantemente, nos ha
dotado de un poder que no es enteramente diferente del 215 suyo. Se nos ha
concedido cierto dominio sobre las fuerzas de la naturaleza. Tal como Dios sacó del caos la tierra con toda
su belleza, nosotros podemos extraer poder y belleza de la confusión.
Y aunque todas las
cosas están ahora mancilladas por el pecado, sentimos, sin embargo, cuando
terminamos algo, un gozo semejante al de Dios cuando, al contemplar la hermosa
tierra, dijo que todo era "bueno en
gran manera". *Gen. 1:31.
En general podemos
decir que el ejercicio más benéfico para la juventud es el trabajo útil.
El niño halla en el juego a la vez diversión
y desarrollo, y sus deportes deberían ser de tal naturaleza que promovieran no
sólo su crecimiento físico, sino también el mental y el espiritual. Cuando
aumentan su fuerza y su inteligencia, su mejor recreación la encontrará en
algún esfuerzo útil. Lo que adiestra la mano para la labor útil, y enseña al
joven a asumir las responsabilidades de la vida, es sumamente eficaz para
promover el desarrollo de la mente y el carácter.
Es necesario enseñar
a los jóvenes que la vida implica trabajo serio, responsabilidad,
preocupación.
Necesitan una preparación
que les dé sentido práctico, que haga de ellos hombres y mujeres capaces de
hacer frente a las emergencias. Debería
enseñárseles que la disciplina del trabajo sistemático y bien regulado es
esencial no sólo como salvaguardia contra las vicisitudes de la vida, sino como
medio para lograr un desarrollo completo.
A pesar de todo lo
que se ha dicho y escrito acerca de la dignidad del trabajo, prevalece la idea
de que es degradante. Los jóvenes
anhelan ser maestros, empleados, comerciantes, médicos y abogados, u ocupar
algún otro puesto que no requiera trabajo físico.
Las jóvenes evitan los quehaceres domésticos
y tratan de prepararse para otra cosa. Necesitan aprender que el trabajo honrado no degrada 216 a nadie. Lo que degrada es la ociosidad y la
dependencia egoísta.
LA OCIOSIDAD fomenta la complacencia propia y da como resultado una vida vacía y estéril,
un
terreno propicio para el desarrollo de toda clase de mal.
"Porque la tierra que
bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a
aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que
produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin
es el ser quemada". *Heb. 6:7,8.
Muchas materias que
consumen el tiempo del alumno, no son esenciales para la utilidad ni la
felicidad; en cambio es esencial que todo joven se familiarice con los deberes
de la vida diaria. Si fuera necesario,
una joven podría prescindir del conocimiento del francés y del álgebra, o hasta
del piano, pero es indispensable que aprenda a hacer buen pan, vestidos que le
sienten bien y desempeñar eficientemente los diversos deberes relativos al
hogar.
Para la salud y la
felicidad de toda la familia, nada es de tan vital importancia como la destreza
y la inteligencia de la cocinera. Si sus
comidas están mal preparadas y son malsanas, podría impedir y hasta arruinar
tanto la utilidad del adulto como el desarrollo del niño. Pero si proporciona alimentos adaptados a las
necesidades del organismo, y que a la vez sean atractivos y sabrosos, puede
hacer tanto bien, como hacía mal de la otra manera. De modo que, en muchos sentidos, la felicidad
depende de la fidelidad con que se desempeñan los deberes comunes de la vida.
Puesto que tanto los
hombres como las mujeres ocupan su lugar en el hogar, los niños y las niñas
deberían saber en qué consisten los deberes domésticos. Tender las camas, ordenar la pieza, lavar la
loza, preparar la comida, lavar y remendar la ropa son actividades que, como
educación, no menoscaban 217 la virilidad de ningún muchacho; lo hará más feliz
y más útil.
Y si las niñas, a su vez,
pudieran aprender a ensillar y conducir un caballo, manejar el serrucho y el
martillo, lo mismo que el rastrillo y la azada, estarían mejor preparadas para
hacer frente a las emergencias de la vida.
Aprendan los niños y
los jóvenes,
mediante el estudio de la Biblia,
cómo ha honrado Dios el trabajo
del obrero.
Lean acerca de los "hijos de los profetas" *2 Reyes
6:1-7,
que asistían a la escuela y construyeron una casa para su uso,
y
para quienes se hizo un milagro
a fin de recuperar un hacha prestada.
Lean acerca de Jesús, el carpintero; de
Pablo, el fabricante de tiendas.
Al
trabajo del artesano unían el ministerio superior, humano y divino.
Lean acerca del muchacho que proveyó los
cinco panes usados por Jesús en el maravilloso milagro de la alimentación de la
multitud; de Dorcas, la costurera, resucitada a fin de que siguiera haciendo
ropa para los pobres; de la mujer sabia descrita en Proverbios, que "busca lana y lino, y con voluntad
trabaja con sus manos"; que "da
comida a su familia y ración a sus criadas"; que "planta viña. . . y esfuerza sus brazos"; que "alarga su mano al pobre, y extiende
sus manos al menesteroso"; que "considera
los caminos de su casa, y no come el pan de balde". *Prov.
31:13,15,16,17,20,27.
Dios dice de esa
mujer: "Esa será alabada. Dadle el fruto de sus manos, y alábenla en
las puertas de sus hechos".
Prov. 31:30,31.
El hogar debería ser la
primera escuela industrial de todo niño. Y, tanto como sea posible, toda escuela debería disponer de medios para
proporcionar una educación manual. Esa educación reemplazará en gran medida al
gimnasio, con el beneficio adicional de constituir una valiosa disciplina. 218
La educación manual
merece más atención de la que se le ha prestado. Se deberían abrir escuelas que, además de
proporcionar una cultura mental y moral superior, dispongan de los mejores
medios posibles para el desarrollo físico y la capacitación industrial.
Se debería enseñar agricultura, trabajos
manuales -tantos oficios útiles como sea posible-, economía doméstica, arte
culinario, costura, confección de ropa higiénica, tratamientos a enfermos y otras
cosas parecidas. Se debería disponer de jardines, talleres y salas de
tratamientos, y la dirección del trabajo, en todos los ramos, debería estar a
cargo de instructores expertos.
La objeción que por
lo general se levanta en contra de la capacitación industrial en las escuelas,
es la del gran gasto que ocasiona. Pero
el objeto que se quiere alcanzar vale lo que cuesta. Ninguna tarea que se nos haya encomendado es
tan importante como la de la educación de los jóvenes, y toda inversión que
requiera su correcta realización será dinero bien empleado. Incluso desde el
punto de vista financiero, quedará demostrado que la inversión requerida por la
educación manual es verdadera economía.
Gracias a ella,
cantidad de muchachos dejarían de perder el tiempo en las esquinas o las
tabernas; lo que cuesten los jardines, talleres y baños sería más que
compensado por el ahorro en hospitales y reformatorios. ¿Y quién puede calcular
el valor que tienen para la sociedad y la nación los jóvenes que 219 adquieren
hábitos de laboriosidad y llegan a ser hábiles en actividades útiles y
productivas?
Para aflojar la tensión provocada por el
estudio, las actividades realizadas al aire libre, que proporcionan ejercicio a
todo el cuerpo, son muy benéficas. Ningún tipo de trabajo manual es de más valor que la agricultura. Se debería hacer más de lo que se hace para
crear el interés por las tareas agrícolas, y para asentarlo. Llame el maestro la atención hacia lo que la
Biblia dice en cuanto a la agricultura, es a saber, que era el plan de Dios que
el hombre labrara la tierra; que al primer hombre, gobernante de todo el mundo,
se le dio un jardín para que lo cultivase, y que muchos de los más grandes
hombres del mundo, su verdadera nobleza en realidad, han sido
agricultores. Preséntense las
oportunidades que ofrece dicha vida.
Salomón dice: "El rey mismo
está sujeto a los campos". *Ecles. 5:9.
Del que cultiva la
tierra, la Biblia dice: "Porque su
Dios le instruye, y le enseña lo recto".
Y "quien
cuida la higuera comerá su fruto". *Isa. 28:26; Prov. 27:18.
El que se gana la
vida por medio de la agricultura, escapa a muchas tentaciones y goza de
innumerables bendiciones y privilegios que no tienen los que trabajan en las
grandes ciudades. Y en estos días de
grandes monopolios y competencia comercial, pocos hay que gocen de una
independencia tan real y de tan grande seguridad de recibir la justa recompensa
de su trabajo, como el labrador de la tierra.
Cuando se enseña
agricultura, no se debería hablar a los alumnos sólo de la teoría, sino de la
práctica, también. Al mismo tiempo que
aprenden lo que la ciencia puede enseñar en cuanto a la naturaleza y la
preparación del terreno, el valor de las diferentes cosechas y los mejores
métodos de producción, deberían poner en práctica sus conocimientos.
Compartan los maestros el trabajo con los
alumnos y 220 muestren qué resultados se pueden obtener por medio del esfuerzo
hábil e inteligente. Así podrán
despertar verdadero interés, y el deseo de hacer el trabajo del mejor modo
posible. Semejante anhelo, junto con el
efecto vigorizador del ejercicio, la luz del sol y el aire puro, despertarán
tal amor por la agricultura, que orientará a muchos jóvenes cuando tengan que
decidir cuál será la ocupación de sus vidas. De ese modo se podrían crear influencias abarcantes que a su vez podrían
desviar la corriente inmigratoria que con tanta fuerza atrae ahora a la gente
hacia las grandes ciudades.
También nuestros
colegios podrían ayudar eficazmente a disminuir la desocupación. Miles de seres impotentes y hambrientos, que
diariamente incrementan las filas de los criminales, podrían ganarse la vida en
forma feliz, sana e independiente, si se los orientara hacia el trabajo de
labrar la tierra para que lo hicieran con inteligencia y habilidad.
También los
profesionales necesitan el
beneficio de la educación manual.
beneficio de la educación manual.
Un hombre puede tener una mente brillante;
puede ser rápido para asimilar ideas; su habilidad y su conocimiento pueden
asegurarle un lugar en su profesión escogida y, sin embargo, puede hallarse
lejos de ser idóneo para desempeñar sus deberes.
La educación que se basa mayormente en los
libros induce a pensar superficialmente. El trabajo práctico estimula la observación minuciosa y la independencia
de pensamiento. Debidamente hecho,
tiende a desarrollar el sentido común. Cultiva
la habilidad para hacer planes y ejecutarlos, fortalece el valor y la
perseverancia, e induce a practicar el tacto y la pericia.
El médico que
mediante el servicio que presta en la sala ha puesto el cimiento de su
conocimiento profesional, será ágil mentalmente para evaluar situaciones,
conocerá a fondo todos los detalles de su profesión, y poseerá habilidad para
prestar el 221 servicio que haga falta en casos de emergencia. Todas esas cualidades
esenciales únicamente las puede impartir en forma plena una educación práctica.
El pastor, el
misionero, el maestro, descubrirán que es mucho mayor la influencia que se
puede ejercer sobre la gente cuando ésta ve que poseen el conocimiento y la habilidad
necesarios para desempeñar los deberes prácticos de la vida diaria. Y con frecuencia el éxito, y hasta la vida
misma del misionero, dependen de su conocimiento de las cosas prácticas. La habilidad para preparar la comida, para
atender accidentes y emergencias, para tratar enfermedades, para construir una
casa o una capilla, si fuere necesario, establecen con frecuencia la diferencia
que existe entre el éxito y el fracaso en la obra de la vida.
Las lecciones de
economía, laboriosidad, abnegación, administración práctica de los negocios y
firmeza de propósito que así aprendan, constituirán una parte importante del
equipo necesario para librar la batalla de la vida. Y la lección del sostén
propio, aprendida por el alumno, contribuirá en gran medida a preservar las
instituciones de enseñanza de las deudas con las cuales tantos colegios han
tenido que luchar, y que han contribuido a menoscabar su utilidad.
Instrúyase a
los jóvenes en el sentido de que la educación no tiene como propósito
enseñarles a esquivar las tareas desagradables ni las pesadas responsabilidades
de la vida; que su propósito, en cambio, consiste en alivianar el trabajo
mediante la 222 enseñanza de mejores métodos y la fijación de metas más
elevadas.
Enséñeseles que el verdadero propósito de la
vida no consiste en obtener toda la ganancia posible para sí mismo, sino en
honrar a su Hacedor al hacer su parte en una tarea que beneficie al mundo, y al
ayudar a los que son más débiles e ignorantes.
Una poderosa razón
para menospreciar el trabajo físico es la forma descuidada e irreflexivo
con
que tan a menudo se lo realiza. Se lo
hace por necesidad y no por gusto.
El
trabajador no pone su corazón en él; tampoco conserva su dignidad ni logra que
los demás lo respeten. La educación
manual debería corregir este error. Debería
desarrollar hábitos de exactitud y prolijidad. Los alumnos deberían aprender a tener tacto y a ser sistemáticos; deberían
aprender a economizar el tiempo y a sacar provecho de cada movimiento. No sólo se les debería enseñar los mejores
métodos, sino que se les debería inspirar a los alumnos la ambición de mejorar
constantemente. Su meta debería ser que
fuera su trabajo tan perfecto como puedan lograrlo las manos y el cerebro
humanos.
Esta educación hará
que los jóvenes
sean amos y no esclavos del trabajo.
Alegrará la suerte del labrador rudo y
ennoblecerá hasta la más humilde ocupación. El que considera el trabajo sólo como algo penoso, y lo lleva a cabo con
complaciente ignorancia, sin esforzarse por mejorar, descubrirá que ciertamente
es una carga. Pero los que reconozcan
que hay ciencia en el trabajo más humilde, verán en él nobleza y belleza, y se
deleitarán en hacerlo con fidelidad y eficiencia. El joven así educado,
cualquiera sea la vocación de su vida, mientras sea honesto, hará de su puesto
algo útil y honorable. (La Educación de Elena G de White) 223