C.- LA
DISCIPLINA.
"Redarguye,
reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina". 2Tim. 4:2.
UNA DE LAS PRIMERAS LECCIONES que necesita aprender el niño es la
obediencia. Se le debe enseñar a obedecer antes que tenga edad suficiente
para razonar. El hábito debería
establecerse mediante un esfuerzo suave y persistente. De ese modo se pueden evitar, en extenso grado, esos conflictos
posteriores entre la voluntad y la autoridad que tanto influyen para crear
desapego y amargura hacia los padres y maestros, y con demasiada frecuencia
resistencia a toda autoridad, humana y divina.
EL OBJETO de la disciplina es educar al niño para qué se
gobierne solo. Se le debería enseñar la confianza en sí
mismo y el dominio propio. Por lo tanto, tan pronto como sea capaz de
comprender, se debería lograr que su razón esté de parte de la obediencia. Procúrese, al tratarlo, que él vea que
la obediencia es justa y razonable. AYÚDESELE
a ver que todas las cosas están sujetas a leyes y que la desobediencia
conduce, al fin, al desastre y el sufrimiento.
CUANDO
DIOS prohíbe
una cosa nos amonesta, en su amor,
contra las consecuencias de la desobediencia, a fin de salvarnos de daños y
pérdidas.
AYÚDESE
AL NIÑO A COMPRENDER que los padres y los maestros son
representantes de Dios, y que al actuar en armonía con él, las leyes que
imponen en el hogar y en la escuela también son divinas.
ASÍ COMO EL NIÑO debe obediencia a los padres y maestros, 288 ÉSTOS a su vez
deben prestar obediencia a Dios.
ENSEÑEN a sus hijos a ser fieles al Señor, a los principios, a sí mismos y a todos aquellos con quienes se relacionan.
TAN MALO es el exceso de órdenes como la
falta de ellas. El esfuerzo por "quebrantar la voluntad" del
niño es una equivocación terrible. No hay una mente que sea igual a otra.
AUNQUE LA FUERZA puede asegurar la sumisión
aparente de algunos niños, el resultado, en el caso de muchos, es una rebelión
aún más decidida del corazón. El hecho de que el padre o el maestro llegue a
ejercer el "control" que pretende, no quiere decir que el resultado
sea menos perjudicial para el niño.
LA
DISCIPLINA
de un ser humano que ha llegado a la edad del desarrollo de la inteligencia
debería ser distinta de la que se aplica para domar a un animal. A éste sólo se
le enseña sumisión a su amo. Para él el amo es mente, criterio y voluntad.
ESTE
MÉTODO, empleado a veces en la educación de los niños, hace de ellos sólo
autómatas. La mente, la voluntad y la conciencia están bajo el dominio de otro.
No es el propósito de Dios que se sojuzgue así ninguna mente.
LOS QUE DEBILITAN o destruyen
la individualidad de otras personas, emprenden una tarea que sólo puede dar
malos resultados. Mientras
están sujetos a la autoridad, los niños pueden parecer soldados bien
disciplinados. Pero cuando cesa ese
dominio exterior, se descubre que el carácter carece de fuerza y firmeza. No habiendo aprendido jamás a gobernarse,
el joven no reconoce otra sujeción fuera de la impuesta por sus padres o su
maestro. Desaparecida ésta, no sabe cómo usar su libertad, y a
menudo se entrega a excesos que dan como resultado la ruina.
PUESTO
QUE LA SUMISIÓN DE LA VOLUNTAD es mucho más difícil para unos alumnos que
para otros, el maestro debería
facilitar tanto como sea posible la obediencia a sus órdenes. Debería guiar y amoldar 289 la voluntad, pero no desconocerla
ni aplastarla. Ahórrese la fuerza de
la voluntad; será necesaria en la batalla de la vida.
1.- LA VERDADERA FUERZA DE VOLUNTAD. Todo niño debería
comprender la verdadera fuerza de la voluntad. Se le debería hacer ver cuán
grande es la responsabilidad que implica este don.
LA VOLUNTAD es el poder
que gobierna en la naturaleza del hombre, el poder de decisión o elección.
TODO SER HUMANO que razone tiene la facultad de escoger lo recto. En
toda vicisitud de la vida la Palabra de Dios nos dice: "Escogeos hoy a quién sirváis". *Jos. 24:15. Todos pueden
poner su voluntad de parte de la de Dios, escoger obedecerle y así, al
relacionarse con los instrumentos divinos, mantenerse donde nada pueda
forzarlos a hacer mal.
En todo joven y todo niño
hay poder para formar, con la ayuda de Dios, un carácter íntegro y vivir una
vida útil.
EL
PADRE O EL MAESTRO QUE, por medio de esta instrucción, enseña al niño a dominarse, será
utilísimo y siempre tendrá éxito. Tal
vez su obra no parezca muy provechosa al observador superficial; tal vez no
sea tan apreciada como la del que tiene la mente y la voluntad del niño bajo el
dominio de una autoridad absoluta; pero los años ulteriores mostrarán el
resultado del mejor método de educación.
EL EDUCADOR SABIO, al tratar con sus
alumnos, procurará estimular la confianza y fortalecer el sentido del honor. LA CONFIANZA que se tiene en los jóvenes
y niños los beneficia.
MUCHOS, hasta entre los pequeños, tienen
un elevado concepto del honor; todos desean ser tratados con confianza y respeto
y tienen derecho a ello. No debería
hacérseles sentir que no pueden salir o entrar sin que se los vigile.
LA SOSPECHA DESMORALIZA y produce
los mismos males que 290 trata de
impedir. En vez de vigilar
continuamente, como si sospecharan el mal, los maestros que están, en
contacto con sus alumnos se darán cuenta de las actividades de una mente
inquieta y pondrán en juego influencias que contrarresten el mal.
HÁGASE sentir a los jóvenes que se les
tiene confianza y pocos serán los que no traten de mostrarse dignos de ella.
2.- ES MEJOR PEDIR QUE ORDENAR. Según el mismo
principio, es mejor pedir que ordenar; así se da oportunidad a la persona a quien
uno se dirige de mostrarse fiel a los principios justos. Su obediencia es más bien resultado de su propia decisión que de la
obligación.
EN
TODO LO POSIBLE, las reglas que rigen en el aula deberían representar la
voz de la escuela. Se debería presentar de tal modo al alumno todo principio
implícito en ellas, que se convenza de su justicia. De ese modo se sentirá
responsable de que se obedezcan las leyes que él mismo ayudó a formular.
LAS
REGLAS deberían
ser poco numerosas pero bien meditadas; y una vez promulgadas, se deberían
aplicar.
LA
MENTE
aprende a reconocer y adaptarse a todo lo que le resulte imposible de cambiar;
por el contrario, la posibilidad de que haya lenidad despierta el deseo, la
esperanza y la incertidumbre, y los resultados son la inquietud, la
irritabilidad y la insubordinación.
SE
DEBERÍA EXPLICAR que el gobierno de Dios no reconoce transigencias con el
mal. Ni en el hogar ni en la escuela se debería tolerar la desobediencia. Ningún padre ni maestro que desee
sinceramente el bienestar de los que están a su cuidado, transigirá con la
voluntad terca que desafíe a la autoridad o recurra al subterfugio o la evasiva
con el fin de no obedecer.
NO ES EL AMOR, sino el
sentimentalismo el que se complace con el mal, trata de obtener obediencia por
medio de ruegos o sobornos, y finalmente acepta algún sustituto en vez de lo
que exigía. 291 "Los necios se mofan del pecado".
*Prov. 14:9.
DEBERÍAMOS
CUIDAR
de no tratar al pecado como algo sin importancia. Es terrible su poder sobre el
transgresor. "Prenderán al impío
sus propias iniquidades, y retenido será con las cuerdas de su pecado".
*Prov. 5:22.
EL MAYOR MAL que se le puede hacer a un joven o a un niño es
el de permitirle que se someta a la esclavitud de un hábito malo.
LOS JÓVENES poseen un amor
innato a la libertad: La desean. Y necesitan comprender que la única manera de
gozar esa bendición inestimable consiste en obedecer la ley de Dios.
ESA LEY PRESERVA LA VERDADERA LIBERTAD. Señala y prohíbe lo que degrada y esclaviza, y de ese
modo proporciona al obediente, protección contra el poder del mal.
El salmista
dice: "Y andaré en libertad, porque
busqué tus mandamientos". "Pues tus testimonios son mis delicias, y
mis consejeros". *Sal. 119:45,24.
3.- LA CENSURA NO REFORMA. En los esfuerzos que
hacemos por corregir el mal, deberíamos guardarnos contra la tendencia a la
crítica o la censura. Esta, si se
repite incesantemente, aturde, pero no reforma. Para muchas mentes, y con frecuencia para las dotadas de una
sensibilidad más delicada, una atmósfera de crítica hostil es fatal para el
esfuerzo. Las flores no se abren
bajo el soplo del ventarrón.
EL
NIÑO
a quien se censura frecuentemente por alguna falta especial, la llega a
considerar como peculiaridad suya, algo contra lo cual es en vano luchar. Así
se da origen al desaliento y la desesperación que a menudo están ocultos bajo
una aparente indiferencia o fanfarronería.
SÓLO
SE LOGRA el verdadero objeto de la reprensión cuando se induce al transgresor a
ver su falta y se prepara su voluntad para su corrección.
OBTENIDO
ESTO,
indíquesela la fuente del perdón y el poder. 292 Trátese de que conserve el respeto propio e inténtese
inspirarle valor y esperanza.
ESTA
OBRA es la más hermosa y difícil que haya sido confiada a los seres humanos. Requiere Tacto y sensibilidad
delicadísimos, conocimiento de la naturaleza humana, fe y paciencia divinas,
dispuestas a obrar, velar y esperar. Nada puede ser más importante que esta
obra.
4.- LOS FRUTOS DEL DOMINIO PROPIO. Los que desean dominar
a otros deben primero dominarse a sí mismos. Si se trata airadamente a un niño o joven, sólo se provocará su
resentimiento. Cuando un padre o un
maestro se impacienta, y corre peligro de hablar imprudentemente, es mejor que
guarde silencio. En éste hay un
poder maravilloso.
EL
MAESTRO
debe tener en cuenta que va a encontrar naturalezas perversas y corazones
endurecidos. Pero al tratar con ellos,
nunca debería olvidar que él también fue niño y necesitó disciplina. Aún siendo adulto, y poseyendo las
ventajas de la edad, la educación y la experiencia, yerra a menudo y necesita
misericordia y tolerancia.
AL
EDUCAR A LOS JÓVENES debería considerar que trata con personas que
tienen inclinaciones al mal semejantes a las suyas. Tienen que aprender casi todas las cosas y para algunos es mucho
más difícil aprender que para otros. Debería
tratar pacientemente al alumno torpe, no censurar su ignorancia, sino
aprovechar toda oportunidad para animarlo. Con
los alumnos muy sensibles y nerviosos debería proceder con mucha ternura.
La sensación de sus propias
imperfecciones debería inducirlo constantemente a manifestar simpatía y
tolerancia hacia los que también tienen que luchar con dificultades.
LA
REGLA DEL SALVADOR: "Y como
queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced 293 vosotros con
ellos" *Luc. 6:31, debería ser adoptada por todos los que emprenden la
educación de los niños y jóvenes. Son
ellos los miembros más jóvenes de la familia del Señor, herederos, como
nosotros, de la gracia de la vida.
Se
debería observar sagradamente la regla del Señor en el trato con los más
torpes, los más jóvenes, los más desatinados, y hasta para con los extraviados
y rebeldes.
ESTA
REGLA
inducirá al maestro a evitar, en todo lo posible, el hacer públicas las faltas
o los errores de un alumno. Tratará de
evitar reprender o castigar en presencia de otros. No expulsará a un alumno antes de haber hecho todo esfuerzo posible
para reformarlo.
Pero cuando resulta
evidente que el alumno no recibe beneficio, y que en cambio su desafío o
indiferencia por la autoridad tiende a derribar el gobierno de la escuela, y su
influencia contamina a otros, es necesario expulsarlo. Sin embargo, en muchos casos la vergüenza de la expulsión pública
puede conducir a la apatía absoluta y a la ruina.
En la mayoría de los casos
en que la expulsión es inevitable, no hay por qué dar publicidad al asunto. Con
la cooperación y el consejo de los padres, arregle privadamente el maestro el
retiro del alumno.
5.- TODA ESCUELA UNA CIUDAD DE REFUGIO. En esta época de
peligro especial para los jóvenes, la tentación los rodea por todas partes, y
así como es fácil dejarse llevar por la corriente, se requiere un gran esfuerzo
para ir contra ella. Toda escuela debería ser una "ciudad de
refugio" para el joven tentado, un lugar donde se traten paciente y
prudentemente sus debilidades. Los maestros que comprenden sus
responsabilidades quitarán de su propio corazón y su vida todo lo que les
impida tener éxito en el trato con los tercos y desobedientes.
EN
TODO MOMENTO,
el amor y la ternura, la paciencia y el dominio propio deben constituir la ley
de su lenguaje. 294
LA JUSTICIA debe ir mezclada con la misericordia y la compasión. Cuando sea
necesario reprender, su lenguaje no debe ser exagerado sino humilde. Con
suavidad han de mostrar al transgresor sus errores y ayudarlo a corregirse.
Todo verdadero maestro debería creer que, si ha de errar, es mejor errar del
lado de la misericordia que del de la severidad.
MUCHOS
JÓVENES
a quienes se cree incorregibles no son de corazón tan duro como parecen.
Mediante una sabia disciplina, se puede ganar a muchos que se considera casos
desesperados. Estos Son Con Frecuencia
los que más prestamente ceden a la influencia de la bondad. Conquiste el
maestro la confianza del tentado, y al reconocer y desarrollar lo bueno que hay
en su carácter, podrá, en muchos casos, corregir el mal sin llamar la atención.
6.- SU AMOR NO SE ENFRÍA. El Maestro divino
soporta a los que yerran, a pesar de toda su perversidad. Su amor no se enfría; sus esfuerzos para conquistarlos no cesan. Espera con los brazos abiertos para dar
repetidas veces la bienvenida al extraviado, al rebelde y hasta al apóstata. Su corazón se conmueve con la
impotencia del niñito sujeto a un trato rudo. Jamás llega en vano a su oído el clamor del sufrimiento humano.
Aunque todos son preciosos a su vista,
los caracteres, toscos, sombríos, testarudos, atraen más fuertemente su amor y
simpatía, porque va de la causa, al efecto. Aquel que es más fácilmente tentado y más inclinado a errar es
objeto especial de su solicitud.
TODO
PADRE Y MAESTRO debería atesorar los atributos de Aquel que hace suya la
causa de los afligidos, dolientes y tentados. Debería poder ser "paciente con los ignorantes y
extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad". *Heb. 5:2.
JESÚS nos 295 trata mucho mejor de lo que
merecemos, y así como nos ha tratado, debemos nosotros tratar a los demás. No
se justifica el proceder de ningún padre o maestro, a menos que sea semejante
al que seguiría el Salvador en circunstancias semejantes.
7.- ANTE LA DISCIPLINA DE LA VIDA. Después
de la disciplina del hogar y la escuela, todos tienen que hacer frente a la severa
disciplina de la vida. La forma de hacerlo sabiamente constituye una lección
que debería explicarse a todo niño y joven.
ES
CIERTO QUE DIOS NOS AMA, que obra para nuestra felicidad y que si
siempre se hubiese obedecido su ley nunca habríamos conocido el sufrimiento; y
no menos cierto es que, en este mundo, toda vida tiene que sobrellevar
sufrimientos, penas y preocupaciones como resultado del pecado.
PODEMOS
hacer a los niños y jóvenes un bien duradero si les enseñamos a
afrontar valerosamente esas penas y preocupaciones. Aunque les debemos manifestar simpatía, jamás debería ser de tal suerte que los induzca a compadecerse de
sí mismos.
Por el contrario,
necesitan algo que estimule y fortalezca, y no que debilite.
SE
LES DEBERÍA ENSEÑAR que este mundo no es un desfile, sino un campo de batalla. Se invita a
todos a soportar las dificultades como buenos soldados. Deben ser fuertes y
conducirse como hombres. Enséñeseles
que la verdadera prueba del carácter se encuentra en la disposición a llevar
responsabilidades, ocupar el puesto difícil, hacer lo que hay que hacer, aunque
no produzca reconocimiento ni recompensa terrenal.
EL
VERDADERO modo de enfrentar las pruebas no consiste en evitarlas sino en
transformarlas. Esto se aplica a todo tipo de disciplina, tanto a la de
los primeros años como a la de los últimos.
EL
DESCUIDO de la educación en los primeros años de la vida del 296 niño y el
consecuente fortalecimiento de las malas tendencias dificulta su educación
ulterior y es causa de que la disciplina sea, con demasiada frecuencia, un
proceso difícil.
TIENE
que ser penosa para la naturaleza baja, pues se opone a los
deseos y las inclinaciones naturales, pero
se puede olvidar el dolor si se tiene en vista un gozo superior.
ENSÉÑESE
al niño y al joven que todo error, toda falta, toda dificultad vencida, llega
a ser un peldaño que conduce hacia las cosas mejores y más elevadas.
POR
MEDIO de tales vicisitudes han logrado éxito todo los que han hecho de la
vida algo digno de ser vivido.
"Las alturas logradas y conservadas por
los grandes hombres. No fueron conseguidas
repentinamente; Sino que, mientras
sus compañeros dormían, Ellos
aprovechaban la noche para seguir cuesta arriba.
"Nos elevamos mediante las cosas que
están de bajo de nuestros pies; Mediante
lo que hemos logrado dominar para el bien y el provecho. Mediante el orgullo destronado y la pasión destruida, Y la derrota de los males que
encontramos a cada momento”.
"Las cosas comunes, los sucesos
cotidianos, Que comienzan y terminan cada hora,
Nuestros placeres y
nuestros disgustos, Son peldaños por
medio de los cuáles podemos ascender".
NO
DEBEMOS MIRAR
"las cosas que se ven, sino las que
no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son
eternas". *2 Cor. 4:18.
AL
SACRIFICAR
los deseos e inclinaciones egoístas cambiamos cosas sin valor y transitorias por
cosas preciosas y duraderas. Esto no es sacrificio, sino ganancia infinita.
"ALGO
MEJOR"
es el santo y seña de la educación, la ley de toda vida verdadera. Al pedirnos
Cristo que abandonemos alguna cosa, nos ofrece en su lugar otra mejor.
A
MENUDO LOS JÓVENES albergan propósitos y anhelan ocupaciones y placeres que
no parecen 297 malos, pero que
distan mucho de ser buenos. Desvían la vida de su más noble propósito.
LAS
MEDIDAS ARBITRARIAS o la acusación directa pueden no servir para inducir a
esos jóvenes a renunciar a lo que desean. Diríjaseles
a algo mejor que la ostentación, la ambición o la complacencia.
PÓNGASELOS
EN CONTACTO
con una belleza más verdadera, con principios más elevaos y con vidas más
nobles. Permítaseles ver a Aquel que es "del todo amable".
UNA
VEZ
que la mirada se fija en él, la vida halla su centro. El entusiasmo, la devoción generosa, el ardor apasionado de la
juventud hallan en esto su verdadero objeto.
El deber llega a ser un deleite y el sacrificio un placer. Honrar a Cristo, asemejarse a él, es la
ambición superior de la vida, y su mayor gozo.
"El
amor de Cristo nos constriñe". *2 Cor. 5:14. 299
(La
Educación de Elena G de White)